Cuestan un riñón a pesar de dispensarse en pequeñas dosis. Se venden en las secciones más rutilantes de las áreas comerciales. Los sirven dependientas que parecen azafatas. Llevan nombres rimbombantes, generalmente en otro idioma. No, no son los perfumes, son las cremas contra el envejecimiento. Al menos los perfumes nos hacen oler bien, pero ¿las cremas contra el envejecimiento sirven para algo más?
Según un estudio financiado con fondos europeos y realizado por un equipo internacional de investigadores, publicado en la prestigiosa revista Nature, parece que no.
El estudio sugiere que las proteínas que se creía que alargaban la vida considerablemente en numerosos organismos en realidad no repercuten en la longevidad de los animales.
Las cremas antienvejecimiento, gracias al resveratrol, supuestamente actúan sobre los genes que producen dichas proteínas, llamadas sirtuínas. Los experimentos al respecto se habían llevado a cabo con en el gusano nematodo y la mosca de la fruta (la creencia es que, cuando los genes de estos organismos superproducían sirtuína, su vida se prolongaba de manera considerable). Pero David Gems, de la Universidad de Londres, repitió los experimentos con nematodos que sufrían esta superproducción de sirtuína y nematodos que no (en lo demás eran idénticos, sólo se diferenciaban en este punto). Entonces la logenvidad supuesta no se producía. Por consiguiente, la longevidad observada erroneamente al principio debía ser el resultado de otros factores genéticos.
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